24 de febr. 2011

Ironía Posmoderna


Me pide Iñigo López Palacios unas declaraciones sobre la ironía posmoderna para un artículo y me manda unas preguntas. Como las preguntas me obligan a pensar un poco para contextualizar algunas ideas escurridizas y me toma bastante tiempo, voy a subirlo al blogspot para que no se pierdan.

¿Hay algún tipo de idea detrás de esto? ¿Alguna razón? ¿Hay algún tipo de protesta en disfrutar sesudamente de un producto de cultura basura?
Mi reivindicación de la música y la cultura popular obedece a una simple razón: existe una calidad y una riqueza de contenido indiscutibles en los tebeos y comics, las series de televisión, la música de baile, el cabaret y la canción sentimental, lo mismo que en la literatura de evasión, el cine de entretenimiento, etc. Los medios tienen tendencia a despreciar lo que es extremadamente popular. Es un problema freudiano individual de cada crítico y cada periodista concreto que tal vez necesita autoafirmarse despreciando lo que gusta al gran público. La cultura académica es mucho más objetiva que ellos y el estudio, la conservación y el análisis de la cultura popular es una tarea seria y concienzuda en las ciencias sociales desde hace mucho tiempo.

¿No hay un punto de crueldad en el disfrute de estas cosas? ¿No se está uno riendo de seres que hacen el ridículo sin que ellos lo sepan?

Eso es otra cosa: el éxito de personajes que se han hecho populares sólo por el hecho de que está permitido burlarse de ellos. No tiene que ver con la valía a veces menospreciada de lo popular.
Aquí hay crueldad y más cosas. Parte de ello es un problema freudiano: gente insegura por las continuas crisis de la escala de valores, por su propia falta de criterio y de formación y descontenta con el curso de sus propias vidas y de sus propios físicos que desarrollan la seguridad en sí mismos en el hecho de poder burlarse de los que son oficialmente más paletos, ignorantes y feos que ellos. Igual que antes se burlaban del tonto del pueblo.

¿Existe la cultura basura?

Los criterios de valoración son muy subjetivos, pero si es basura, es basura.
En los medios se ha querido confundir cultura con espectáculo. Dentro del mundo del espectáculo puede ocurrir que algo de poco valor artístico y facilón funcione perfectamente como entretenimiento.
Lo que sería cultura es el estudio sociológico, antropológico, etc. de esa basura, de, por ejemplo, los espectáculos chabacanos, de cómo y dónde surgen, por qué hacen reír…

¿Hay una diferencia con la alta cultura? O, quizás mejor ¿Hay una baja cultura pop, y una alta cultura pop?

Supongo que cuando dices alta cultura pop te refieres a los Bob Dylan, U2 y otros productos de supuesta calidad, aceptados y ensalzados por los profesionales de los medios de comunicación que se arrogan la función de críticos. Según este criterio, baja cultura pop serían Abba y el festival de Eurovisión. Pero no se trata de una valoración artística, sino de una identificación moral, de militancia tribal y una necesidad de autoafirmación personal. Para el melómano amante de la música clásica, una canción ganadora de Eurovisión como “Merci Cheri” -1966, Austria, Udo Jürgens- tiene influencias chopinianas y cultas y es más rica y tiene más calidad que toda la obra de Dylan cuya su emisión de voz nasal les desagrada y cuya pobreza de recursos les aburre. En cambio, para un crítico de rock el mero hecho de haber ganado la Eurovisión sirve para descalificarla automáticamente sin prestar la más mínima atención a sus valores musicales. Consideran que les gustan Dylan o U2 porque se identifican con ellos y/o se proyectan en el rol social que dichos cantantes han asumido o se les ha otorgado.
La mayor parte de mi trabajo como comentarista musical –muchas veces mal entendido como mera boutade after-punk- ha ido encaminado a denunciar la falta de calidad de muchos representantes de la cultura pop más respetada y las razones exclusivamente publicitarias de dicha consideración frente a la calidad musical indiscutible de otros artistas y obras menos valorados según la escala de valores privada de las autoridades mediáticas –y repito: basada sólo en apreciaciones tribales, sicológicas y morales. Esta búsqueda de la calidad objetiva me sirvió para ser la primera persona que reivindicó a Scott Walker, Michael Jackson, Madonna, Chér, el Elvis de Las Vegas, José Alfredo Jiménez, Chabuca Granda, la música de discoteca, el cabaret, discos como What’s Goin’ on o Pet Sounds y movimientos como el hip hop que eran despreciados por el establishment de la crítica musical y no se tomaban en serio.

¿Cuál es tu debilidad y por qué?

No me gusta la basura. Me gustan, me entretienen y me emocionan muchas cosas que son populares, tradicionales y/o sencillas, pero lo vulgar, lo chapucero y lo mal hecho me desagrada aunque pueda interesarme profesionalmente. Nunca me he reído del tonto del pueblo.
Pero si lo que quieres es que te cuente un secreto, me encantan las películas de animación infantiles como Nemo, Ratatouille y Up, pero creo que es obvio insistir en la calidad que poseen.

Y también me gustaría que me dijeras tu opinión sobre los siguientes fenómenos pop (si los controlas, claro).

No tengo ningún miedo a decir que mucha literatura de entretenimiento es mejor que muchas novelas de premios Nobeles, etc., que el cine de Hollywood me gusta más que el cine de autor y que la música de Abba es más rica que la de U2. Sigo infinidad de series televisivas (desgraciadamente los shows de variedades han desaparecido de la programación) pero no he hecho caso de la mayor parte de cosas que nombras. Te diré que OT me parece una excelente producción televisiva (algo quemada en 2011) y Hola! me parece –a diferencia de otras revistas de cotilleos- una publicación bastante correcta con buenas fotos, buena maquetación e incluso cierto respeto hacia los famosos y los lectores.